Lo mejor que puede hacer un chileno es irse de Chile

Vía BíoBío

17453904535_b9a4571588_b-730x350

Esta columna fue publicada originalmente en el blog del autor, como The Best Thing a Chilean Can Do is to Leave Chile. La traducción es de BioBioChile.

Tras pasar 5 años viviendo en Chile, creo firmemente que lo mejor que un chileno puede hacer para mejorar su vida es irse del país. Sí, viajar está bien, pero para beneficiarse realmente, un chileno debería vivir y trabajar en el extranjero al menos por un año.

Trabajar en otro país latinoamericano también sirve, pero para sacar provecho de la experiencia, un chileno debería tratar de trabajar en los Estados Unidos, en Europa, China, Japón, Corea, Nueva Zelanda o cualquier otro país desarrollado, con una cultura y valores diferentes.

Es fácil notar la diferencia entre un chileno que ha vivido en el extranjero y otro que no.

Tanto los chilenos de buena condición económica como los de clases más humildes deberían dejar Chile, pero por razones diferentes. Para los chilenos que no son parte de la élite, sus vidas mejorarán de forma instantánea al salir del sistema clasista de su país. Tendrán más oportunidades y probablemente serán evaluados por sus aptitudes o por cuán inteligentes son, en vez de por su tono de piel, por qué escuela o colegio asistieron o cuál es su apellido.

Los chilenos que no son parte de la élite se darán cuenta rápidamente de que tener la piel clara y el cabello rubio no es motivo de aspiración en todos los países del mundo.

Más aún, encontrarán a mucha gente que prefiere a las personas de rasgos más oscuros, y que les son más atractivos que el estándar tradicional noreuropeo. Cuando converso con amigos chilenos que no son parte de la élite y vivieron en el extranjero, me cuentan que los chilenos inteligentes, educados y motivados se dan cuenta de que sus proyecciones platónicas y románticas de la vida sí se ven impulsadas, e imagino que también su autoestima.

Sus posibilidades de triunfar aumentan desde el mismo momento en que bajan del avión, Tienen la posibilidad de comprobar de que si trabajan duro, las chances de mejorar su vida son reales. Tras permanecer en el extranjero, muchos chilenos que no son parte de la élite no regresan a su país por un buen tiempo, salvo que se vean forzados a hacerlo. Y para muchos que lo hacen, regresan con una perspectiva diferente sobre sus posibilidades.

Para los chilenos de clase alta, en tanto, deberían dejar Chile para terminar con muchas de las actitudes con las cuales fueron criados. Muchos -si no la mayoría- de los chilenos de clase alta son abiertamente clasistas, casi todos de forma inintencionada. Muchos, sino la mayoría, no lo hacen de forma maliciosa, sino como un proceso inconsciente.

Dejar la burbuja chilena donde la vida es fácil, donde la gente sigue viviendo con sus padres hasta mediados de sus 20 o 30, tienen una empleada doméstica y no tienen mucho de qué preocuparse, es una llamada de atención al ver que el resto del mundo no hace las cosas en la misma forma que tú.

Los chilenos de clase alta por lo general no interactúan con chilenos de menor clase económica, salvo que les provean algún tipo de servicio, por lo que conocer a personas que provienen de situaciones diferentes, que piensan diferente y no han vivido en una burbuja, les permite alcanzar una capacidad de empatía y entendimiento por los demás que les sería imposible obtener si se quedan en Chile.

Dejar aquella burbuja los fuerza a reconocer lo privilegiado que es su estilo de vida y a obtener una licenciatura en autopercepción de la que otros chilenos de clase alta lamentablemente carecen (muchas veces puedes ver un efecto similar en los niños mimados de los suburbios en los Estados Unidos).

Descubren que (¡horror!), personas caucásicas hacen labores manuales en algunos países desarrollados. Que mucha gente encuentra más atractiva a las personas de piel oscura que a las de tez clara. Que las historias de cómo alguien de esfuerzo hizo su camino desde la pobreza a la riqueza son altamente valoradas en otras partes del mundo y no ignoradas, como sucede en Chile. Se les da la oportunidad de reconocer que quizá Chile no sea el mejor país del mundo en todo… y está bien que sea así.

Tanto los chilenos de clase alta como los más humildes deberían salir de Chile para comprobar lo que es vivir en sociedades donde los servicios son excelentes, donde la gente confía en los demás y en general es amable unos con otros en sus encuentros diarios.

Podrán darse cuenta de que pasivo-agresivo no es el camino al éxito. Que pedir directamente lo que quieres es probablemente la mejor forma de obtenerlo. Que decir “no” a las cosas que no quieres hacer, es mucho más fácil que decir “sí” a todo siendo algo que realmente no deseas.

Estos chilenos aprenden a ser más independientes y a no depender siempre de sus padres cuando se meten en líos en sus 20. Les da la posibilidad de aumentar sus expectativas por Chile, de forma que cuando regresan a casa tienen una nueva actitud sobre lo que es posible, lo que es correcto y cómo quieren vivir sus vidas.

Definitivamente, lo mejor que puede hacer un chileno es irse de su país por un año o dos.

PD: Por cierto, también creo que lo mejor que un estadounidense puede hacer es irse de su país por algunos años también, pero creo que si un estadounidense no se va, su forma de ver la vida no se afecta tanto como la de un chileno que nunca ha estado en el extranjero.

Nathan Lustig es un emprendedor, actualmente socio fundador de la empresa de capital semilla Magma Partners, con sede en Santiago de Chile. Se dedica a invertir en empresas emergentes en Latinoamérica que tienen potencial para abrirse paso en el mercado estadounidense o europeo.

6 comments
  1. Lo mejor cosa que puede hacer un estadounidense es irse de los Estados Unidos.
    He vivido más de cinco año en la zona metropolitana de Washington DC, en los Estados Unidos y considero que este tiempo ha sido más que suficiente para convencerme de que lo mejor que puede hacer alguien nacido en este país, sea de la condición racial que sea, es dejar los Estados Unidos.
    Un estadounidense fuera de los Estados Unidos, por un año o dos al menos, aprendería que América es un continente dividido en Norte, Centro y Sudamérica y no es el nombre de su país. Aprendería que su nacionalidad es estadounidense y no “American”. Aprendería que hablar un solo idioma no es lo usual, al menos en países “desarrollados”, que la gente educada en todos estos países habla al menos dos idiomas y que un estadounidense no puede esperar que todo el mundo hable inglés sólo para satisfacer su orgullo estadounidense.
    Un estadounidense debería plantearse siempre salir al menos un año e ir a otros países del mundo para darse cuenta que la forma derrochadora de vivir sus vidas no es lo usual, que la mayor parte de la población del mundo vive con mucho menos de lo necesario, que se mueve en transporte público y que no cuenta con el dinero necesario para comprar, comprar y consumir cada mes, al estilo estadounidense.
    Un estadounidense viviendo al menos un año en algún país de América Latina, se daría cuenta que a pesar de que los problemas de clase y raciales son fuertes e inminentes, la gente convive, la gente solidariza y no existe ninguna institución que esté preocupada de clasificarte según tu color de piel. Un estadounidense en algún país de América Latina vería que en las escuelas, al menos en las públicas, conviven mestizos, indígenas, asiáticos, negros y blancos (estos últimos una minoría), pero que tales categorías ni siquiera existen para la gente. Un estadounidense vería que en las escuelas los niños ríen, juegan, toman su tiempo libre y pueden recrearse viendo la luz del sol y no están encerrados en oscuras salas de clases, sin recreo, sin un grupo permanente de compañeros de todos los días al que puedan considerar sus amigos.
    Un estadounidense en América latina vería que sí, efectivamente, existen terribles diferencias de clase, pero que hay un grupo permanente de gente, principalmente de jóvenes, luchando, saliendo a las calles para pelear por sus derechos y para cambiar las cosas. Vería que los ricos mayoritariamente van a escuelas privadas y todos los demás a escuelas públicas, pero que muchos países entienden que eso debería cambiar. Un estadounidense aprendería que es posible y necesario protestar, que es posible salir a las calles a manifestarse y gritar por defender los derechos. Un estadounidense aprendería a no conformarse y a desarrollar una mentalidad crítica, a pensar, a ver más allá del panorama ficticio en el que ellos han crecido, aceptando la desigualdad de brazos cruzados y pensando que viven en el mejor país del mundo.
    Un estadounidense viviendo un tiempo fuera de su país aprendería que no todo el mundo necesita y debe portar un arma de fuego, aprendería que las armas son peligrosas y que no todo el mundo busca hacer justicia por sus propias manos. Aprendería también que fuera de los Estados Unidos, las familias no preparan a sus jóvenes para ir a la guerra, que las diferencias se resuelven en los tribunales de justicia (locales, nacionales e internacionales) y no en el campo de batalla o utilizando los últimos avances de la tecnología para destruir a otros países y a su gente.
    Un estadounidense fuera de los Estados Unidos aprendería que la gente pobre no debe morir porque el Estado no le provee un adecuado sistema de salud, aprendería que el seguro de salud es un derecho universal, con diferencias claro está porque como en todo persisten las diferencias sociales, pero al menos la gran mayoría puede acceder a los beneficios de un programa de salud, el cual en Estados Unidos sólo está destinado a la clase más adinerada. Un estadounidense que saliera de su país podría aprender que las embarazadas tienen derechos pre y postnatales que les permiten contar con días libres pagados para prepararse para el parto y para estar con su hijo después del nacimiento. Aprendería que Estados Unidos es el único país desarrollado en el mundo donde el derecho a la salud es un privilegio exclusivo para quienes pueden pagar los costos millonarios de los planes de salud y los desorbitantes precios de los medicamentos.
    Un estadounidense debería vivir un tiempo fuera de los Estados Unidos, ojalá en un país de América Latina, para conocer la felicidad, para aprender a reír y a no tomarse la vida como una permanente competencia, algo que nunca acaba. Aprendería que el dinero no hace la felicidad, que hay mucha gente pobre que vive feliz a pesar de no tranzar en la bolsa de comercio, a pesar de no haber ido nunca a la Universidad, a pesar de no poder cambiar de automóvil cada dos años. Aprendería que no hacer dinero hasta hacerse cada vez más rico no es sinónimo de “perdedor”. Aprendería que le gente en otros países no contrata seguros de vida para luego asesinar y buscar beneficiarse de quienes te amaban.
    Desde mi punto de vista, lo mejor que puede hacer un estadounidense, sea de la condición social y racial que sea, es viajar el tiempo que sea necesario fuera de los Estados Unidos para aprender que en el mundo hay cientos de países y miles de ciudades, muchas de ellas más grandes que Nueva York, Los Ángeles o Chicago, que en el mundo se hablan cientos de idiomas, que los países ricos son una minoría, que no todos los países viven o quieren hacer la guerra, que los terroristas son una minoría, que los inmigrantes no sólo quieren emigrar a los Estados Unidos, que no todo el mundo come comida chatarra y que el fútbol, sí el fútbol, es el deporte más apasionante del mundo, pero no el estadounidense.

  2. Lo mejor cosa que puede hacer un estadounidense es irse de los Estados Unidos.
    He vivido más de cinco año en la zona metropolitana de Washington DC, en los Estados Unidos y considero que este tiempo ha sido más que suficiente para convencerme de que lo mejor que puede hacer alguien nacido en este país, sea de la condición racial que sea, es dejar los Estados Unidos.
    Un estadounidense fuera de los Estados Unidos, por un año o dos al menos, aprendería que América es un continente dividido en Norte, Centro y Sudamérica y no es el nombre de su país. Aprendería que su nacionalidad es estadounidense y no “American”. Aprendería que hablar un solo idioma no es lo usual, al menos en países “desarrollados”, que la gente educada en todos estos países habla al menos dos idiomas y que un estadounidense no puede esperar que todo el mundo hable inglés sólo para satisfacer su orgullo estadounidense.
    Un estadounidense debería plantearse siempre salir al menos un año e ir a otros países del mundo para darse cuenta que la forma derrochadora de vivir sus vidas no es lo usual, que la mayor parte de la población del mundo vive con mucho menos de lo necesario, que se mueve en transporte público y que no cuenta con el dinero necesario para comprar, comprar y consumir cada mes, al estilo estadounidense.
    Un estadounidense viviendo al menos un año en algún país de América Latina, se daría cuenta que a pesar de que los problemas de clase y raciales son fuertes e inminentes, la gente convive, la gente solidariza y no existe ninguna institución que esté preocupada de clasificarte según tu color de piel. Un estadounidense en algún país de América Latina vería que en las escuelas, al menos en las públicas, conviven mestizos, indígenas, asiáticos, negros y blancos (estos últimos una minoría), pero que tales categorías ni siquiera existen para la gente. Un estadounidense vería que en las escuelas los niños ríen, juegan, toman su tiempo libre y pueden recrearse viendo la luz del sol y no están encerrados en oscuras salas de clases, sin recreo, sin un grupo permanente de compañeros de todos los días al que puedan considerar sus amigos.
    Un estadounidense en América latina vería que sí, efectivamente, existen terribles diferencias de clase, pero que hay un grupo permanente de gente, principalmente de jóvenes, luchando, saliendo a las calles para pelear por sus derechos y para cambiar las cosas. Vería que los ricos mayoritariamente van a escuelas privadas y todos los demás a escuelas públicas, pero que muchos países entienden que eso debería cambiar. Un estadounidense aprendería que es posible y necesario protestar, que es posible salir a las calles a manifestarse y gritar por defender los derechos. Un estadounidense aprendería a no conformarse y a desarrollar una mentalidad crítica, a pensar, a ver más allá del panorama ficticio en el que ellos han crecido, aceptando la desigualdad de brazos cruzados y pensando que viven en el mejor país del mundo.
    Un estadounidense viviendo un tiempo fuera de su país aprendería que no todo el mundo necesita y debe portar un arma de fuego, aprendería que las armas son peligrosas y que no todo el mundo busca hacer justicia por sus propias manos. Aprendería también que fuera de los Estados Unidos, las familias no preparan a sus jóvenes para ir a la guerra, que las diferencias se resuelven en los tribunales de justicia (locales, nacionales e internacionales) y no en el campo de batalla o utilizando los últimos avances de la tecnología para destruir a otros países y a su gente.
    Un estadounidense fuera de los Estados Unidos aprendería que la gente pobre no debe morir porque el Estado no le provee un adecuado sistema de salud, aprendería que el seguro de salud es un derecho universal, con diferencias claro está porque como en todo persisten las diferencias sociales, pero al menos la gran mayoría puede acceder a los beneficios de un programa de salud, el cual en Estados Unidos sólo está destinado a la clase más adinerada. Un estadounidense que saliera de su país podría aprender que las embarazadas tienen derechos pre y postnatales que les permiten contar con días libres pagados para prepararse para el parto y para estar con su hijo después del nacimiento. Aprendería que Estados Unidos es el único país desarrollado en el mundo donde el derecho a la salud es un privilegio exclusivo para quienes pueden pagar los costos millonarios de los planes de salud y los desorbitantes precios de los medicamentos.
    Un estadounidense debería vivir un tiempo fuera de los Estados Unidos, ojalá en un país de América Latina, para conocer la felicidad, para aprender a reír y a no tomarse la vida como una permanente competencia, algo que nunca acaba. Aprendería que el dinero no hace la felicidad, que hay mucha gente pobre que vive feliz a pesar de no tranzar en la bolsa de comercio, a pesar de no haber ido nunca a la Universidad, a pesar de no poder cambiar de automóvil cada dos años. Aprendería que no hacer dinero hasta hacerse cada vez más rico no es sinónimo de “perdedor”. Aprendería que le gente en otros países no contrata seguros de vida para luego asesinar y buscar beneficiarse de quienes te amaban.
    Desde mi punto de vista, lo mejor que puede hacer un estadounidense, sea de la condición social y racial que sea, es viajar el tiempo que sea necesario fuera de los Estados Unidos para aprender que en el mundo hay cientos de países y miles de ciudades, muchas de ellas más grandes que Nueva York, Los Ángeles o Chicago, que en el mundo se hablan cientos de idiomas, que los países ricos son una minoría, que no todos los países viven o quieren hacer la guerra, que los terroristas son una minoría, que los inmigrantes no sólo quieren emigrar a los Estados Unidos, que no todo el mundo come comida chatarra y que el fútbol, sí el fútbol, es el deporte más apasionante del mundo, pero no el estadounidense.

  3. Dejar el pais es duro y vivir fuera del pais por tantos anos es peor. pero si piensas en la clase de vida que tenias en Chile y la que tienes ahora; bendigo una y mil veces mi nueva vida en el extranjero. Comparando mi vida en Chile y Australia, en Chile nunca me hubiera casado y tener mi propia familia o casa propia en Australia si tengo una linda familia y mi casa propia tengo mi marido y dos hijas cuatro nietos en una palabra soy feliz. No he vuelto a Chile por 35 anos.

  4. Dejar el pais es duro y vivir fuera del pais por tantos anos es peor. pero si piensas en la clase de vida que tenias en Chile y la que tienes ahora; bendigo una y mil veces mi nueva vida en el extranjero. Comparando mi vida en Chile y Australia, en Chile nunca me hubiera casado y tener mi propia familia o casa propia en Australia si tengo una linda familia y mi casa propia tengo mi marido y dos hijas cuatro nietos en una palabra soy feliz. No he vuelto a Chile por 35 anos.

  5. soy venezolano y aspiro ir a vivir y trabajar en tu pais, que opinas , como esta actualmente la situacion en tu pais, porque en venezuela esta caotica

  6. soy venezolano y aspiro ir a vivir y trabajar en tu pais, que opinas , como esta actualmente la situacion en tu pais, porque en venezuela esta caotica

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Previous Post

Charlas gratis de Marketing Digital para emprendedores

Next Post

¿Error del profesor o de la alumna? Debate por prueba de niña pequeña calificada con 1.0

Related Posts