Solo quiero desahogarme. Trabajo hace 10 años en el área de tecnología, específicamente en desarrollo de software, y recientemente me ascendieron a jefe de proyecto. Mi primera misión fue crear un nuevo equipo de trabajo. Antes de la pandemia, ya había formado varios equipos, siempre con buenos resultados y trabajando con profesionales experimentados y comprometidos.
Esta vez, por solicitud de los jefes y debido a la falta de presupuesto, tuve que elegir recién titulados, preferentemente sin experiencia. Finalmente contratamos a tres jóvenes recién egresados, quienes cursaron sus carreras técnicas o de ingeniería durante la pandemia. La verdad es que no dominan ni siquiera los conocimientos básicos, que son el pilar fundamental de nuestro trabajo. Pero lo peor es que pasan el día viendo películas, jugando online y comiendo papas fritas.
Llevo un mes completo enseñándoles todo lo que puedo. Por suerte, tengo experiencia como docente de ingeniería informática en un reconocido instituto profesional, donde siempre tuve buenas evaluaciones. Sin embargo, tampoco muestran interés en aprender. No tienen motivación por desarrollarse como profesionales; solo les interesa jugar. Incluso uno de ellos, de 22 años, es recogido todos los días por su mamá y me confesó que nunca ha viajado solo en micro.
Siempre veo avisos de madres buscando trabajo para sus hijos recién egresados, reclamando que no les dan oportunidades. Pero sinceramente, el daño que les hacen al no permitirles ser independientes es tremendo. Había escuchado mucho sobre que las nuevas generaciones son “de cristal”, pero no lo creía hasta que me tocó verlo de cerca…