1. Estas constantemente buscando tu camisa o ropa interior favorita, sólo para darte cuenta que la olvidaste en su casa.
DÓNDE ESTÁS, BLUSA CASI DE BUEN GUSTO.
2. …pero eso está bien, porque mágicamente tu guardarropa aparece con el doble de ropa.
Los pantalones de mezclilla de mi novio, el suéter de mi novio, los jeggins de mi novia… el mundo es tuyo.
3. Y de repente tienes acceso al doble de comida.

“Oh, espera, ¿vas a pedir carne? ¡¡Entonces yo pediré el salmón y simplemente comeré un poco del tuyo!!”.
4. Tu higiene dental mejora considerablemente
Porque alguien está ahí para verte cómo te cepillas los dientes por la noche y por lo tanto no puedes hacer trampa.
5. No importa cuál es tu opinión sobre deportes, te encuentras esperando sinceramente que el equipo de tu pareja gane.

A menos que esté jugando un equipo al que TÚ apoyas, en cuyo caso, que la amargura y la rivalidad comiencen.
6. Has pedido accidentalmente comida a su casa al menos una vez.
“Si se acabaron mis palitos de queso mozzarella cuando yo llegue ahí, literalmente ya no eres mi novio”.
7. Y accidentalmente has tuiteado/Facebookeado/cualquier cosa desde su cuenta.

En serio.
8. Tus recomendaciones de Netflix se mezclan completamente.
9. Empiezas a apropiarte del conocimiento sobre la cultura popular de la otra persona.

Así que sientes que puedes participar en discusiones aunque nunca hayas visto/leído/escuchado el asunto en cuestión.
12. Terminas usando sus productos (algunos de los cuales ni sabías que existían) en una emergencia.
E incluso si no estás *totalmente* convencido, puedes reconocer una cosa buena cuando la hueles.
13. (Lo cual es la razón por la que tienes que comprar en duplicado todos tus artículos de tocador importantes).
A menos que estés realmente con el/la indicado/a y te los compren.
14. Tu llavero pesa como cinco libras.
Las llaves de tu casa, las llaves de su casa, de tu buzón, el candado de su bici, y la lista sigue y sigue.
15. De repente tienes a alguien que está contractualmente obligado* a hacerte café cuando tienes resaca y a frotarte la espalda cuando te duele.
Aunque (claramente) la relación debería ser recíproca.
*bastante recíproca.
16. *En verdad* comienzas a preocuparte por tener tu lado de la cama.

Sin mencionar exactamente la mitad de las mantas, la mitad de las almohadas, y la perfecta proporción de espacio para besuquearse en el espacio.
17. Tienen que explicarle el uno al otro todos sus accesorios de asesino para arreglarse.

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“Te lo prometo, no pueden tomar vida durante la luna llena y arrancarte el alma del cuerpo”.
18. La amenaza de engañar con Netflix es demasiado real y demasiado dolorosa.
“ME PROMETISTE QUE IBAMOS A VER JUNTOS EL FINAL DE ‘SCANDAL’. ERES UN EMBUSTERO”.
21. Estás expuesto a más funciones corporales de las que nunca hubieras imaginado.
Pero eso está bien, porque ahora puedes sentirte libre para ser como eres en verdad.
Vía buzzfeed