Las entrevistas de trabajo conllevan un plus de nervios que hay que aprender a gestionar. A continuación, vamos a darte unos consejos para que aprendas a disimular la sensación que estres.
Los procesos de selección siempre traen consigo la posibilidad de cambio, de progreso, de conseguir algo mejor y por tanto, ponerse nervioso entra dentro de lo normal. Para saber cómo plantarle cara a los nervios, lo primero que debes hacer es conocer sus síntomas.
– Acelerar o ralentizar el ritmo del habla. Es muy común que hagamos un lío con las ideas, con los pensamientos, y que los verbalicemos de manera caótica. Ya sea por exceso de velocidad o de pausa, las ideas expresadas dejan de tener sentido y pueden desembocar en un ligero tartamudeo o quiebros de voz. Para combatir esta situación, tener unas nociones sobre cómo hablar en público, puede resultar muy útil. Procura ser directo y conciso; exprésate a través de frases cortas y en un tono calmado que exprese seguridad.
– Mover las manos constantemente. Cuando estamos nerviosos no paramos de movernos. Tocarnos el pelo compulsivamente, gesticular en exceso o no parar de dar vueltas a lo que tenemos en las manos, son algunos de los episodios más frecuentes. Quienes están muy acostumbrados a hablar en público suelen focalizar los nervios en un objeto, por ejemplo, un bolígrafo, de manera que les evite el incómodo temblor de manos. Pero que quede claro, sostener algo entre las manos no implica estar moviéndolo de un lado para otro o haciendo grandes aspavientos. La idea es colocar las manos siempre a la vista de nuestro interlocutor y, sino podemos controlar los nervios, agarrar algo y mantenernos quietos y en actitud relajada. Si queréis un ejemplo, podéis echar un ojo a los presentadores de informativos.
– Exceso de sudoración. No es muy agradable pero es algo muy común cuando nos ponemos nerviosos. Aunque este tipo de reacciones son más complicadas de controlar, siempre puedes recurrir a un pañuelito en el que secarte las manos con disumulo o a una chaqueta con la que poder esconder las inoportunas marcas de sudor. Por supuesto, es importansímo cuidar la higiene personal, siempre; pero más si cabe cuando sepas que vas a estar sometidos a situaciones de tensión.
– No mirar a los ojos al interlocutor. Otra prueba de que no estás tranquilo es que no fijas la mirada. Si no focalizas al entrevistador y te dedicas a dar vueltas con la mirada, dejarás de parecer una persona confiable. Respira y empieza a ser consciente de lo importante que es, también en este caso, la comunicación no verbal. Parpadear a un ritmo normal y mirar a los ojos a quien tienes delante, te dará muchos puntos porque transmitirás que eres alguien templado, seguro de ti mismo y digno de confianza.
