La entrevista de trabajo es decisiva, sobre todo en las últimas fases. Por esta razón, conviene que midas tus palabras, más aún si te quedaste sin empleo por causas ajenas a tu voluntad: falta de empatía con tu superior y/o compañeros o algún tipo de desacuerdo con la cultura corporativa. Para que no caigas en la lógica tentación de desahogarte con el entrevistador,
1 Decir que detestas a tu jefe. Ni déspota, ni inseguro, ni vago, ni inexperto. Aunque se trate de una apreciación contrastada con el resto de tus compañeros. Son comentarios gratuitos que no aportan nada. Y, en el supuesto de que el entrevistador te pregunte qué opinas de tu exjefe, habla desde un punto de vista profesional y mantén esa posición. Trata de no darle mucha importancia.
2 Echar la culpa. Culpar a otros de tu supuesta ‘mala suerte’ tampoco es una buena idea si quieres ganar puntos frente a tu entrevistador. En este caso has optado por una carrera emocional y subjetiva y, por tanto, ni objetiva ni racional. Si aún así crees que merece la pena comentarlo, intenta darle la vuelta justificándolo de la manera más objetiva posible.
3 Hablar sin pensar. Aunque la entrevista se desarrolle en un ambiente cordial, no te confíes, porque es el momento en el que se ponen a prueba tus reacciones. Por esta razón, si te plantean una pregunta con trampa, antes de responder haz una pausa. Debes ser templado y reflexivo, intenta huir de valoraciones. Hablar sin criterio puede llevarte por derroteros que no quieres y que busca el entrevistador para valorar tu comportamiento.
4 No reconocer los errores. Si a lo largo de tu carrera has cometido un fallo, no trates de ocultarlo. El mercado laboral es muy pequeño. Tu entrevistador puede ser el mejor amigo de aquel jefe que te despidió porque metiste la pata. Reconoce que cometiste una equivocación y que te sirvió de aprendizaje. Asumir las responsabilidades es una virtud muy valorada a la hora de acceder a un empleo. Denota madurez y capacidad para rectificar. Recuerda que el 70% del éxito o el fracaso de una acción depende de uno mismo.
5 Juzgar a tus compañeros. Puedes mencionar situaciones que han sido complicadas de afrontar y cómo se asumieron. Y, si finalmente no fueron resueltas conforme a lo esperado, debes explicar cómo entre todos encontrasteis una salida. Decir que fue culpa de uno u otro, o que si tal persona no hubiera actuado de tal manera se hubiera resuelto de forma positiva, no te lleva a ningún lado. En un trabajo en equipo no hay ni inocentes ni culpables, ni triunfadores ni fracasados… todo depende del funcionamiento del grupo
6 Alabar en exceso tu anterior trabajo. Si realmente la empresa para la que trabajabas era la compañía de tu vida, aquella en la que esperabas jubilarte, ahórrate las alabanzas. Ese trabajo pertenece al pasado y, aunque lo añores, de lo que se trata es de avanzar en tu carrera con otra oportunidad laboral que puede ser mejor que la que dejaste atrás.
Fuente: Expansión
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