Cuando comencé a trabajar los veranos, tenia como 19años. Era para ellos, poder sacar las vacaciones sin tantas ausencias y yo, llevar plata para la casa. Fue una eooca donde me tocó aprender mucha calle y me hice rápidamente celosa de mi información personal.
Un dia un partner que trabajaba en mi misma área me presentó a un amigo que trabajaba en RRHH, que desde el principio resultó de lo más pastel: llegaba a mi puesto de trabajo casi cuando yo llegaba y prácticamente tenia que echarlo para que me dejara trabajar.
Tuve que ir a reclamar con su jefe a RRHH porque eran horas las que me perseguía por la bodega buscando conversa. Por suerte cuando quedaban algunas semanas simplemente dejó de ir.
Cual fue mi sorpresa que comencé a recibir correos de muy grueso calibre: recuerdo que cuando los leí hasta nauseas sentí. Cuando me puse a averiguar el correo de origen me encuentro con que el p@&#/÷ psicópata de RRHH que iba a invadir mi pega, se había robado mi cv con mis datos personales y lo estaba usando para acosarme. En esa época bastó con presentarle una copia de los correos a mi gerencia y ni de la demanda me tuve que preocupar.
Años mas tarde, volví a esa empresa. Me tocó estar a cargo de un área grande y se preveía que íbamos a tener que aumentar la planta, por lo que empezaría a llegar mucha gente que estaría en entrenamiento bajo mi tutela.
Y un dia x lo vi: mi acosador había vuelto a la empresa a trabajar en mi área. Fue como si corriera una corriente eléctrica por mi espalda. Fue revivir todo el acoso y malos ratos que me hizo pasar antes. Y él me reconoció altiro; me armé de valor, di la primera inducción, los dejé a todos en sus puestos, menos a él. Atinó a dar la vuelta e ir a RRHH.
Le fui a contar la situación al caca de mi jefe de esos años y el muy muy no me creyó: me dijo que si tenia problemas con el personal que llegaba a mi cargo, que pescara mis cosas y me fuera. Así que me dí media vuelta, me fui a mi oficina e imprimí los correos que alguna vez me mandó y fui directamente a hablar con el gerente general y le conté (casi grité) nuevamente todo. Con la adrenalina no me había dado cuenta que mi jefe estaba ahí en reunión, com otros jefes más.
Al muy weas se le ocurrió decir que efectivamente me había encontrado exagerada y que en realidad el problema era que yo no tenía los pantalones para el puesto.
Pero dicen que la venganza es un trago que se bebe frío: el gerente me recibió los correos se acordó perfectamente de mi caso años atrás y que había sido muy complejo incluso después de que me fui aquél verano.
Mi jefe dejó de ser mi jefe y yo pude seguír trabajando algunos años más, pero recordar su mirada fue aterrador: ahora tendría 200 mujeres a cargo y no iba a permitir que ninguna pasara por lo que yo había pasado.
Esta y otras confesiones en: https://www.confesioneslaborales.cl/page.php?page=view&confession=27197&fbclid=IwAR2p2g2wOG0kU00WI8csTtdaClwsb8Y_jz5rFO2F9gZQ_jFeIvRJV3GrIjg